La detención de Marcelo Corazza en el marco de una investigación que busca desbaratar una red de explotación infantil y la denuncia realizada contra Jey Mammon avivaron el debate que hay en torno a la pedofilia y así como hay numerosos detractores, vuelven a aparecer discursos que la consideran «una orientación sexual más». en este artículo queremos dejar en claro que a la Pedofilia se la combate y a aquellos que la defienden o banalizan también.
En el marco de la cobertura que han hecho los medios de comunicación a partir de la denuncia sobre una organización de explotación sexual infantil y corrupción de menores, en la que el ex ganador y luego productor de Gran Hermano, Marcelo Corazza era integrante así como también varios famosos se dió lugar a que proliferaran diversas prácticas discursivas que legitiman una práctica sexual que es considerada un delito por el código penal. Hemos asistido al show de los victimarios llorando ante las cámaras, contando «su versión de los hechos», hemos oído “Mientras la justicia procede los acusados tienen derecho a defenderse”, “No podemos condenar sin pruebas”, “Pudo ser una calentura”, etc.
La declaración que nos generó mayor estupor se dió justamente en el programa Intrusos, al que asistió como invitada la psicóloga Celia Antonini quien aseguró que la pedofilia es una orientación sexual como cualquier otra, pero en la que el deseo sexual está puesto en menores de edad”. Obviamente que el rechazo por parte de organizaciones LGBT+, psicólogxs, psiquiatras, sobrevivientes de abuso, madres, etc. lo que nos lleva a preguntarnos ¿Como vamos a prevenir y proteger a las niñas y niños si se justifica la violencia sexual hacia ellas y ellos al plantearla como una orientación sexual más?
La pedofilia no es una orientación sexual, es un delito. Decir que la pedofilia es una orientación sexual, es legitimar una práctica de abuso y sometimiento, de ejercicio de poder, a la vez que es violento, ofensivo y dañino hacia las víctimas. Las opiniones del tipo descripto en los párrafos antecedentes no son respetables y mucho menos entran dentro del halo de protección de la libertad de expresión que también debe tener límites. Hay que impedir que tengan espacio en los medios de comunicación y deberían ser castigados por apología del delito. Ojalá Flor de la V, conductora del programa en cuestión, hubiera tomado la decisión anticipadamente de no darle espacio a este personaje nefasto.