La falta de propuestas salariales agrava la crisis de los trabajadores estatales, mientras el gobierno de Río Negro insiste en no dar soluciones concretas.
La última reunión de la Función Pública terminó en un nuevo capítulo de indiferencia por parte del gobierno provincial, que sigue sin ofrecer una respuesta salarial a los trabajadores estatales. Esta postura no solo pone en riesgo la estabilidad económica de miles de familias, sino que profundiza el malestar en los distintos sectores de la administración pública, donde el descontento ya es generalizado. La crisis no es una casualidad: es producto de decisiones políticas erráticas que el gobierno ha tomado en los últimos años.
Ante esta situación, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) convocó a un plenario provincial para analizar la situación y definir un plan de acción. Rodrigo Vicente, titular del gremio, expresó la creciente preocupación de los trabajadores: “La inexistencia de una oferta en la última paritaria frena el proceso de recuperación de los ingresos y la preocupación se generaliza en todos los sectores”. Las palabras de Vicente reflejan el hartazgo de quienes han sido sistemáticamente ignorados por una gestión que no tiene intenciones de solucionar la crisis.
Un gobierno que enfrenta a todos los sectores, pero no ofrece soluciones
El gobierno provincial ha demostrado, una vez más, que su estrategia es la confrontación antes que el diálogo. No es solo ATE quien denuncia la falta de respuesta: docentes, personal de salud y otros trabajadores públicos enfrentan la misma realidad. Todos ellos han sido empujados a una situación límite por la inacción del oficialismo, que parece más enfocado en evitar paros que en garantizar condiciones dignas de trabajo. Las paritarias se han vuelto una burla, donde el gobierno solo dilata, sin ofrecer respuestas reales ni una solución de fondo.
La administración de Weretilneck ha convertido a los trabajadores en la variable de ajuste. Mientras los sueldos se estancan y la inflación devora el poder adquisitivo, los servicios públicos sufren una constante precarización. Los ministerios no funcionan como deberían, las escuelas están al borde del colapso, los hospitales no cuentan con insumos básicos y, sin embargo, el gobierno sigue actuando como si no fuera responsable de esta crisis. El estado provincial está roto, y lo único que el oficialismo sabe hacer es mirar hacia otro lado.
Un futuro incierto para los trabajadores y la provincia
La convocatoria de ATE a un plenario es el reflejo de una situación que no da para más. El conflicto está a punto de escalar, y el gobierno es el único culpable. Mientras las once seccionales del gremio se preparan para definir las medidas a seguir, la incertidumbre crece entre los trabajadores. El plenario analizará no solo la falta de oferta salarial, sino también el funcionamiento de los ministerios, otro reflejo de la pésima gestión provincial.
El panorama para los trabajadores estatales no es alentador. Con un gobierno que se niega a negociar en serio, la provincia se enfrenta a un posible estallido social y sindical. La inacción del oficialismo no solo pone en riesgo la paz social, sino que también deja a miles de trabajadores en una situación de vulnerabilidad que se agrava con el paso de los días.
Un gobierno que juega con fuego
El plan de acción que surja de este plenario marcará el camino a seguir por los estatales en las próximas semanas. Lo que está claro es que la paciencia se está agotando y que las consecuencias de esta crisis no tardarán en hacerse sentir. El gobierno de Río Negro, liderado por Weretilneck, sigue apostando al conflicto, sin ofrecer ninguna salida a la grave crisis que él mismo ha profundizado.
Los trabajadores estatales, al igual que los docentes y el personal de salud, ya no tienen más margen para esperar. La única respuesta posible será la movilización y la protesta, a menos que el gobierno finalmente reconozca su responsabilidad y se siente a negociar en serio. Pero, a juzgar por su comportamiento hasta ahora, eso parece poco probable.