Una lección para Milei

La multitudinaria movilización en defensa de la universidad pública y el nuevo escenario. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que ese emite los jueves de 22 a 24 h por Radio Con Vos, 89.9.

  • La multitudinaria movilización universitaria fue el acontecimiento de la semana. No sólo la concentración de alrededor de 500 mil personas en la Ciudad de Buenos Aires, sino también las masivas marchas en muchas ciudades y localidades de todo el país. Este segundo aspecto no tan destacado por un ecosistema mediático muy “ambacéntrico” fue muy importante porque se produjo en provincias en las que el Gobierno y La Libertad Avanza obtuvo resultados electorales muy significativos para el triunfo del año pasado.
  • Mucho se dijo o se escribió en estos dos días sobre el significado de esta jornada y la importancia de la universidad pública en el imaginario transversal de la sociedad argentina (sobre esto hablamos también con nuestros entrevistados de hoy).
  • Ahora, quiero destacar un aspecto más general. En este espacio, desde el triunfo de Javier Milei en general y durante estos cuatro meses, en particular hemos venido insistiendo en los aspectos contradictorios no sólo de las condiciones que llevaron a la victoria electoral, sino también en la consistencia del mismo proyecto libertariano.
  • Hace unas semanas atrás (15 días exactamente) rescatábamos una entrevista en el diario La Nación a Pablo Gerchunoff (historiador, especializado en la economía, pero con una mirada más general), a propósito del paro sorpresivo de los choferes de colectivos en el AMBA y la convocatoria al paro general del 9 de mayo. Poco después del triunfo de Milei, Gerchunoff decía que, pese a que venía muy golpeada (usaba la figura de un boxeador cansado) “la sociedad argentina es una sociedad rebelde, plebeya, molesta, igualitaria. Todos esos rasgos no los va a perder. Pueden estar en algún momento adormecidos, pero no los va a perder”.
  • Antes, cuando tuvo lugar la temprana movilización de la CGT a Tribunales a fines de diciembre, luego el paro general de mediodía de enero, más adelante la marcha de las mujeres el 8 de marzo y la contundente movilización del 24 de marzo por el aniversario del Golpe, insistíamos en esta cuestión: pensar que el triunfo electoral de Milei (con todos los condimentos que tuvo en términos de crisis de representación de todo el viejo sistema político) era sinónimo de que “la sociedad se volvió de derecha” unilateralmente, era un error de análisis, conceptual, pero además era un error político porque nos desarmaba para las perspectivas que muy probablemente se iban a venir.
  • Insistíamos en que el sinfín de encuestas (muchas de ellas operadas, pero no necesariamente falsas) que mostraban que el Gobierno mantenía (y quizá mantiene) un apoyo considerable no alcanzaban para entender la dinámica de la situación general. Que cuando uno iba a observar los trabajos cualitativos (como los que hace la consultora Sentimientos Públicos) surgía que muchas personas (incluso que apoyaron a Milei) defendían valores y conquistas contrarias a las propuestas que contiene el programa de Milei, como por ejemplo, la defensa de la educación pública y gratuita (también contra la pérdida de derechos laborales o contra las privatizaciones).
  • ¿Eso quería decir que no había en la masa de votantes de Milei muchas personas que coinciden que gran parte de sus ideas? No, obviamente que las hay, pero en todo el universo que terminó conformando el famoso 56 % en la encerrona tramposa del balotaje, había mucho más que eso y contenía muchas contradicciones. Además, obvio que existía un 44 % que no lo apoyó y que conformaba una potencia en términos de movilización que había que tener en cuenta.
  • Bueno, todo eso terminó estallando cuando (como también era previsible) en su caótica intervención cotidiana el Gobierno cometió un error colocando a la universidad y a la educación pública como parte de sus enemigos. Ahora no es un error “casual”, es un error que está en su naturaleza porque Milei cree que todo lo público es una aberración frente al mercado que es como un dios que puede resolver todos los problemas. Voy a usar una palabra o una frase que no me gusta mucho, pero vale: “es un error que estaba inscripto en la dinámica de los acontecimientos”.
  • Ahora todo esto (la tradición contenciosa de la sociedad argentina, los valores o las conquistas que todavía mucha gente defiende etc.) no son parte de alguna “esencia” de alguna “naturaleza” invariante, son un producto histórico plasmado en una relación de fuerzas que si bien cambia permanentemente no se transforma cualitativamente sólo con un triunfo electoral. O, como muchas veces hemos dicho, durante los gobiernos de Macri o de Alberto Fernández: triunfo electoral no es sinónimo de hegemonía política.
  • La marcha universitaria vino a confirmar la existencia de esa relación de fuerzas que es un punto de apoyo importantísimo y que en un día, casi en una tarde, derrumbó meses y meses de relato, de trolleo en redes sociales actuando en manada, de Adornis hablando pavadas todas las mañanas. No es que eso no va a seguir existiendo, pero la movilización mostró un camino para imponerse por sobre esa política ficción.
  • La demostración más clara fue la posición defensiva en la que se ubicó Milei. Esa misma noche respondió en modo automático con un meme, la figura de un león que estaba tomando “lágrimas de zurdo”, sin embargo, al otro día tuvo que salir a dar una larga explicación porque presuntamente la dirigencia política se estaba apropiando de una “causa noble”. De repente la educación pública que, según lo dijo mil veces, era un lavadero de cerebros, ahora era una “causa noble”. Uno terminaba de leer el largo y penoso descargo y tenía ganas de decirle: “Bueno, ahora decilo sin llorar”.
  • Para todo esto la marcha fue necesaria, muy necesaria, pero obvio que no fue suficiente ¿Por qué? Porque frente a este escenario que empezó a abrirse, el Gobierno, los diputados mal llamados dialoguistas, en realidad oficialistas críticos (y “críticos” lo digo entre comillas) se apuraron para darle aire y hoy aprobaron en comisión el dictamen de la nueva Ley Ómnibus reducida, pero que mantiene cuestiones esenciales que necesita el Gobierno, lo mismo con el Presupuesto o el paquete fiscal. Todo para que se trate la semana que viene y si logra aprobarse, darle un primer triunfo parcial al Gobierno. Capaz no se aprueba, capaz como en la LO original tiene contradicciones y se empantana.
  • Pero todo eso no está garantizado. Entonces, porque tampoco la cuestión de la universidad está resuelta ni mucho menos, el Gobierno anunció un cambio de los negociadores, pero nada sobre los fondos. Pero, además, porque la universidad no es una isla (y lo demostró la marcha), los pibes, las pibas, los padres, los abuelos de esos pibes, sus hermanos, están sufriendo el ajuste. El 23A, esta marcha histórica tiene que quedar como un gran puntapié inicial para para frenar todo el ajuste y evitar que los colaboracionistas de siempre le quieran salvar las papas a un Gobierno que el martes (más allá de las poses y de lo que digan) la pasó verdaderamente mal.
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