Salarios indignos, falta de infraestructura y condiciones paupérrimas evidencian el abandono del empleo público en la provincia.
Río Negro está en una situación crítica. La mala gestión gubernamental no solo ha desmantelado los servicios de salud y educación, sino que ha sumido a la provincia en una crisis de seguridad sin precedentes. La policía, que debería ser el pilar en la protección de la ciudadanía, se encuentra en un estado alarmante de precariedad: salarios bajos, falta de infraestructura y condiciones laborales paupérrimas son la realidad diaria de los efectivos de seguridad.
Salarios Indignos y Empleos Precarizados
Los policías de Río Negro enfrentan la misma situación que otros trabajadores del sector público: sueldos insuficientes que no alcanzan para cubrir las necesidades básicas de sus familias. El sueldo de un policía apenas le permite sobrevivir, y muchos se ven obligados a buscar trabajos extra en el sector privado para poder llegar a fin de mes. Esta doble jornada no solo afecta su bienestar, sino que compromete su capacidad para cumplir con las exigencias de su deber.
Los bajos sueldos también tienen un efecto directo sobre la moral de la fuerza. Los agentes, lejos de sentir que su trabajo es valorado, experimentan una continua desmotivación. La falta de jerarquización y reconocimiento en el empleo público ha llevado a que el servicio de seguridad sea uno de los sectores más golpeados por la ineficiencia gubernamental.
Infraestructura Colapsada y Falta de Recursos
Las condiciones en las que se desempeñan los agentes de la policía son inaceptables. Comisarías en mal estado, vehículos deteriorados y falta de equipamiento básico son moneda corriente. En muchos casos, los propios efectivos deben costear elementos que deberían estar garantizados por el Estado. Este panorama no solo pone en riesgo la seguridad de los ciudadanos, sino también la de los propios agentes.
El déficit en la infraestructura se refleja también en la falta de personal. Basta con salir a la calle y ver que prácticamente no hay presencia en las calles y en las comisarías el personal es igualmente escaso. La policía de Río Negro trabaja con un número reducido de efectivos, muchos de los cuales están en licencia médica debido a la falta de condiciones dignas de trabajo. Esto genera que las calles queden desprotegidas, y el aumento de la criminalidad en ciudades como Cipolletti es una clara consecuencia de esta desinversión.
Seguridad en Peligro, Ciudadanos en Riesgo
La inseguridad se ha disparado en Río Negro. Comerciantes, familias y ciudadanos comunes viven con el miedo constante de ser víctimas de delitos, mientras el Estado no ofrece respuestas. La campaña «Cipolletti Insegura» es un ejemplo de cómo la comunidad intenta visibilizar el grave problema de seguridad que atraviesa la ciudad. Sin embargo, estas iniciativas ciudadanas no pueden reemplazar la responsabilidad del gobierno de garantizar protección a su población.
La ausencia de una política seria y efectiva en materia de seguridad pone en riesgo a toda la provincia. Mientras la clase política sigue prometiendo soluciones vacías, los ciudadanos se enfrentan a una realidad de inseguridad constante, en la que no pueden confiar en la protección que el Estado debería garantizar.
La Pésima Gestión Pública: El Común Denominador
El deterioro de la policía en Río Negro es solo uno de los tantos síntomas de una gestión gubernamental ineficaz. Sin salud, sin educación y ahora sin seguridad, la provincia se encuentra en una situación de vulnerabilidad extrema. No hay inversión en los servicios básicos, no hay un plan de mejora en las condiciones laborales de los empleados públicos, y la falta de voluntad política para resolver los problemas estructurales es alarmante.
Los ciudadanos no necesitan más promesas. Necesitan un gobierno que invierta en su seguridad, que jerarquice el empleo público y que ofrezca condiciones dignas para quienes están encargados de proteger a la población. La seguridad es un derecho, y en Río Negro está siendo sistemáticamente vulnerado.