La empresa malaya pone en duda su continuidad en el proyecto de GNL en Argentina, reflejando la inestabilidad política del país.
El proyecto de la planta de GNL, vendido como un triunfo por el gobierno nacional y la provincia de Río Negro, ha entrado en una zona de incertidumbre luego de que se expandiera el rumor (que no fue desmentido) de que Petronas, la compañía malaya que encabezaba la inversión, evalúa retirarse. El motivo: la falta de seguridad política en un escenario nacional que ha trastocado lo que inicialmente se veía como una oportunidad de desarrollo energético clave.
Esta situación refleja no solo la fragilidad del contexto político argentino, sino también el impacto directo de decisiones erráticas del gobierno nacional, que han socavado la confianza de inversionistas internacionales. Lo que parecía un hito en la industria energética ahora se desmorona, y Alberto Weretilneck, gobernador de Río Negro, queda expuesto al no poder sostener lo que promocionó como un logro regional. Esta vez, su estrategia camaleónica no le funcionó, dejándolo mal parado en un momento crítico.
Mientras tanto, el proyecto de GNL, que prometía generar una inversión de 30.000 millones de dólares y posicionar a la Argentina como un exportador clave, se encuentra en una encrucijada. La retirada de Petronas sería un golpe devastador, demostrando que ni el gobierno nacional ni el provincial han sido capaces de asegurar un entorno adecuado para inversiones de esta magnitud.