El gobierno de Chubut quiere impulsar la megaminería de uranio

El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, impulsa una nueva ofensiva extractivista. Publicó en el boletín oficial de la provincia nuevas zonas para la exploración de uranio. Tras el RIGI que contempla la ley bases, se inician nuevos intentos de avanzar con la megaminería.

Los proyectos extractivistas que esperaban ansiosos para avanzar sobre los territorios festejaron la votación del pasado 12 de junio cuando el senado ratificó la ley bases y dentro de esta ley, el RIGI– Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones. El RIGI beneficia a los grupos inversores de todas las ramas y actividades productivas exportadoras, en particular el gas y los hidrocarburos, y la megaminería. El plan libertariano que apoyan los gobernadores avanzaría en transformar a la Argentina, si lo logra, en un enclave extractivista, con una profundización de la primarización de la economía y dándoles vía libre para que se lleven todo con garantías estatales exprés y con consecuencias socioambientales de una magnitud incalculable por los daños a mediano y largo plazo.

En Chubut ese mismo día, el gobernador del PRO, Ignacio Torres, cuyos senadores y diputados votaron a favor de la ley bases y del RIGI, publicó en el boletín oficial varias autorizaciones para hacer prospecciones mineras de uranio en la provincia. La etapa de prospección inicial está legalmente incluida en la fase de exploración o cateo. Se lleva a cabo en una superficie denominada “el permiso de cateo”, que el minero mantiene exclusivamente por un período de tiempo específico para realizar las tareas de búsqueda de minerales. Vale aclarar que una vez que se encuentran minerales en la exploración se declara la manifestación y se crea el derecho minero de explotación que es un derecho a perpetuidad hasta agotar el mineral.

Un ejemplo del avance de las multinacionales mineras que explotan uranio en Argentina es el de Blue Sky Uranium Corp que controla más de 480.000ha (o 4.800 kilómetros cuadrados) con potencial para recursos de uranio en las provincias de Río Negro, Chubut, Neuquén y Mendoza. En Chubut es dueña del proyecto Sierra Colonia que incluye más de 28,470 hectáreas 100% propias en la parte centro este de la provincia de Chubut. La propiedad está situada dentro del mismo distrito y entorno geológico que el depósito de uranio Cerro Solo, propiedad de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina. Otro ejemplo es el de la minera canadiense Consolidated Uranium con el proyecto uranífero denominado Laguna Salada, ubicada a 230 kilómetros de Comodoro Rivadavia, que presenta una geología y una mineralización “similares a las zonas Guanaco y Lago Seco, está ubicado cerca del desaparecido Río Chico y cerca del embalse del Dique Florentino Ameghino.

Mapa de yacimientos de uranio en Argentina

Recordemos que en la provincia se explotó uranio en el yacimiento LOS ADOBES, entre los años 1974 y 1976 y a partir de 1978 inicia la extracción del mineral del yacimiento CERRO CÓNDOR. En ambos yacimientos la mineralización se encontraba prácticamente en la superficie. Por último,entre 1983 y 1986 se explotó el yacimiento de Cerro Solo. A partir de mayo de 2003 la provincia sancionó la Ley 5001 (hoy Ley XVII-Nº 68) que prohíbe la actividad minera metalífera en la modalidad a cielo abierto y la utilización de cianuro en los procesos de producción minera, por lo cual se cesó en la explotación de uranio.

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La explotación del uranio, un peligro para el ambiente

La explotación del uranio puede contaminar el aire, el agua y el suelo con radiactividad y metales pesados. Los casos de los pueblos indígenas de EEUU, África y Australia afectados por la minería de uranio son una prueba irrefutable.

¿Qué significa esta nueva era de la minería de uranio para el medio ambiente? Históricamente, la industria ha contaminado las aguas subterráneas y superficiales. La contaminación del suelo en todo el mundo con desechos y polvo radiactivos, metales pesados ​​y drenaje ácido de minas, son pasivos ambientales que van de la mano de esta industria extractiva. La minería a cielo abierto y la subterránea producen grandes cantidades de roca de desecho que contienen productos radiactivos y tóxicos del uranio, y emiten gas radón, relacionado con el cáncer de pulmón. El viento puede esparcir el polvo y contaminar el medio ambiente.

Como señala Agustín Piaz, investigador CONICET-UNSAM, tomando lo que plantea el Colectivo Córdoba No Nuclear “Un tema de especial preocupación en la industria uranífera es el potencial de contaminación por el decaimiento radiactivo del uranio y sus subproductos asociados (…). El riesgo más serio asociado con estos procesos es el cáncer de pulmón debido a la inhalación de productos del decaimiento del uranio. Las colas de mineral contienen materiales radiactivos (…). También se encuentran metales pesados como el manganeso y molibdeno. Todos estos elementos pueden filtrarse dentro de las napas y cursos de agua, contaminar este precioso recurso, poniendo en riesgo la salud humana.”

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¿Qué es el uranio?

El uranio es un elemento que en su estado natural se compone de tres isótopos: 234U (0,006%), 235U (0,7%), y 238U (99,3%), que tienen el mismo número atómico Z=92 [92 electrones (cargas -) y protones (cargas +)] y diferente masa atómica debido a que tienen distinta cantidad de neutrones en el núcleo. El uranio es un elemento de alto peso atómico. El uranio es un elemento natural con una concentración media de 2,8 partes por millón en la corteza terrestre. Es más abundante que el oro, la plata o mercurio, aproximadamente el mismo que el estaño y ligeramente menos abundante que el cobalto o plomo.

¿Cómo se extrae el uranio?

El método de extracción se elige de acuerdo con la naturaleza de sus yacimientos. El uranio se puede explotar en la actualidad mediante el uso de tres métodos: 1) a cielo abierto (método predominante en Argentina en la megaminería): se emplea cuando la mena (mineral que contiene al uranio) se encuentra a menos de 100 metros de profundidad. 2) en forma subterránea: se emplea cuando el mineral se encuentra a más de 100 metros de la superficie y se realizan por pozos verticales y galerías horizontales que permiten la explotación y ventilación de las zonas mineralizadas. 3) lixiviación “in situ”: se emplea cada vez más en operaciones mineras, consiste en acceder a las mineralizaciones subterráneas por sondeos, los cuales permiten disolver el uranio con la inyección de soluciones débilmente ácidas de ácido sulfúrico (3-5% H2SO4) o carbonatadas que luego se bombean a la superficie para separar allí el uranio y obtener el “yellow cake” (torta amarilla).

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¿Cómo es el proceso durante la explotación de Uranio?

Los métodos a cielo abierto y galerías tiene características similares a las descriptas en la explotación de otros metales como oro y plata; tanto en la liberación de metales al ambiente, como en la producción de drenaje ácido de mina (DAM) y la generación de enormes pasivos ambientales que producirán contaminación de suelos, aire, aguas superficiales y subterráneas.

Sin embargo, debido a las características del uranio se agregan en los diques de colas con residuos provenientes de la explotación elementos como: restos de uranio, radio-226, radio-222; y compuestos químicos como: ácido sulfúrico, isodecanol, carbonato más hidróxido de sodio, bióxido de manganeso, etc.

¿Cuántos son los residuos generados en el proceso de extracción de uranio?

Los estudios realizados permiten calcular que por cada tonelada de Uranio extraída se generan 3.700 litros de residuos líquidos y cien veces el peso del material obtenido en residuos de radio.

1 Tn de uranio = 3700 litros de residuos = 100 Tn de radio

En un escenario signado por múltiples proyectos de una supuesta transición energética, las multinacionales mineras, impulsan una nueva avanzada extractivista para impulsar un nuevo ciclo de negocios y fracturas metabólicas.

Esta nueva avanzada extractivista en la provincia, que no respeta la consulta previa a los pueblos originarios como señala el artículo 169 de la OIT, entre otros, se da en el marco de una escalada planetaria de la actividad minera, por la alta demanda de tecnologías y alternativas verdes como los vehículos eléctricos, como vemos con el avance de las explotaciones de litio, de cobre, de níquel, pero también del uranio, en el marco de los compromisos de la COP 28 que se realizó en Dubai, donde más de 20 países, incluido Estados Unidos, se comprometieron a triplicar la capacidad de energía nuclear para 2050. Alcanzar este objetivo supondría casi duplicar la extracción respecto a los niveles actuales. De allí que empresas de todo el mundo compiten en la búsqueda de nuevos yacimientos y reabren antiguas minas.

Por esto, se espera que la producción mundial de uranio crezca un 11,7% a más de 60,3 kilotones (kt) en 2024, según estimaciones de la firma de análisis GlobalData, con sede en el Reino Unido, y el aumento de la producción provendrá predominantemente de productores clave como Kazajstán y Canadá. En estos primeros meses de 2024, el precio del uranio subió a su máximo en 15 años .

Como señala en Ideas de Izquierda Seb Nanzhel sobre el libro La fiebre minera en el siglo XXI (La ruée minière au XXIe siècle, París, Éditions du Seuil, 2024), de la periodista Célia Izoard donde analiza la explosión del extractivismo minero justificado por la “transición energética”. Una “contradicción en los términos”, según la autora, porque con el pretexto de salvar el planeta, “se ha dado un impulso sin precedentes a una de las industrias más intensivas en energía y tóxicas que se conocen”. Esta investigación identifica eficazmente el problema ecológico y geoestratégico que plantea esta fiebre minera, que se lleva a cabo bajo la cobertura de la “transición”, aunque no logra ofrecer una perspectiva a la altura de lo que está en juego. Como se señala en la nota “La explosión del extractivismo minero justificada por la “transición energética” eleva el riesgo de una catástrofe mundial”. Además, es un nuevo negocio que busca garantizar la sostenibilidad, pero no de la vida en el planeta, sino del modelo de producción capitalista que es el responsable de la situación crítica en la que nos encontramos.

Como afirma Felix Dorn, investigador sobre la economía política global de la descarbonización en la Universidad de Viena “esa estrategia de lo verde es algo muy conservador, es para continuar con lo que ya viene pasando”.

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Por otro lado, los costos económicos, de salud pública y ambientales de la minería del uranio han desplazado la extracción de este mineral fuera de la UE y EEUU. En todo caso, las mayores reservas del mineral se encuentran en depósitos de Australia (28% de las reservas mundiales), Kazajistán (15%) y Canadá (9%), seguidos de lejos por Rusia, Namibia, Sudáfrica, Níger y, todavía a mayor distancia, por Brasil, China, India y EEUU. En este escenario, la Argentina posee importantes reservas comprobadas de uranio, en las provincias de Salta, Mendoza, Chubut, La Rioja, San Luis y Córdoba y está en la órbita de las mineras para avanzar sobre el uranio.

Los antecedentes para volver a la explotación de uranio en Argentina

En 1998, en el gobierno de Carlos Menen se promulgó la ley 25018 que establecía el régimen de gestión de residuos radiactivos que incluía a “los generados en la clausura de las instalaciones, los derivados de la minería del uranio y los que provengan de yacimientos mineros abandonados”. Es por ello que la CNEA decidió crear a tal fin el Programa de Restitución Ambiental de la Minería del Uranio (PRAMU), cuyo objetivo es desarrollar los estudios y la ingeniería necesarios para remediar aquellos sitios en los que el ambiente se vio afectado por la minería del uranio.

En 2006 el gobierno de Nestor Kirchner lanzó el plan nuclear argentino que promovió un impulso integral al sector, que incluía avanzar en la minería de uranio. En este contexto se elaboraron diversos proyectos que contemplaban tanto la reapertura de sitios explotables como el establecimiento de nuevas áreas de exploración a la largo de la zona cordillerana de la República Argentina que incluían las zonas norte, centro y sur del país.

Ya en 2018, bajo el gobierno de Mauricio Macri, se firmó un memorando de entendimiento entre Argentina y Rusia que permitía reactivar la minería del uranio en nuestro país. De acuerdo con un informe de la Dirección Nacional de Promoción Minera, los recursos de uranio identificados en la Argentina ascienden a 31.685 toneladas. El cálculo surge de la sumatoria de los recursos razonablemente asegurados y de los inferidos de seis yacimientos: Sierra Pintada (Mendoza), Don Otto (Salta), Cerro Solo, Laguna Colorada, Laguna Salada y Meseta Central, estos cuatro últimos ubicados en la provincia de Chubut.

Una de las empresas beneficiarias de este nuevo intento de avanzar en la minería de uranio es la empresa UrAmerica, una empresa privada de exploración de metales críticos, centrada principalmente en uranio, pero que también contiene metales críticos como litio, tierras raras, molibdeno y vanadio en el paquete de licencias consolidado y altamente prospectivo más grande en la Patagonia. La empresa ha desarrollado en los últimos años un ambicioso programa exploratorio en la Meseta Central chubutense. Tal como informa en su página web, “el posicionamiento actual de las propiedades de UrAmerica cubre áreas altamente prospectivas para la exploración de uranio, incluyendo más de 145.000 hectáreas que se encuentran rodeando el Cerro Solo, que es el depósito de uranio alojado en rocas sedimentarias más grande y de más alto grado en Argentina, y el open pit –mina a cielo abierto– de Los Adobes (histórico), ambos controlados por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA)”.

Con el resultado de la exploración realizada juntamente con la empresa canadiense Cameco, se determinó que los recursos inferidos de la Meseta Central ascienden a 19,1 millones de libras de óxido de uranio (U308), con una ley promedio de 310 partes por millón, lo que implica que estamos ante un yacimiento económicamente explotable.

La principal dificultad que existe hoy en Chubut para esta nueva ofensiva megaminera que quiere llevar adelante el gobierno del PRO de Ignacio Torres es la vigencia de la ley provincial que suspendió la actividad minera extractiva en el territorio provincial y el uso de cianuro en sus procesos de producción. La norma, conocida como Ley 5001, fue sancionada en abril de 2003, luego de una consulta no vinculante, en la que los ciudadanos de Esquel rechazaron la instalación de un proyecto operado por la empresa Meridian Gold en las cercanías de esa localidad.

Sierra Colonia

Enfrentemos esta nueva ofensiva extractivista en Chubut y todo el país

La defensa soberana de los bienes comunes como el litio o el cobre, y el agua amenazada por la actividad minera extractivista, está en juego con la aprobación del RIGI y la Ley Bases. La experiencia de Chubut y las lecciones sacadas de ese levantamiento del pueblo trabajador, con las comunidades indígenas y el pueblo, que tomó en sus manos y derrotó la ofensiva de la megaminería de Arcioni y el Frente de Todos en diciembre de 2021, son la clave para retomar como agenda. Fortaleciendo la organización, unidad y coordinación de las y los de abajo, tenemos la fuerza para derrotar este nuevo intento extractivista.

Debemos ser cada vez más quienes planteemos otra salida contra el saqueo. Que los bienes comunes dejen de estar en manos de multinacionales que extraen destruyendo la naturaleza, usando de forma irracional el agua, avasallando territorios y derechos de pueblos y comunidades indígenas. Desde el PTS y el Frente de Izquierda proponemos la nacionalización de los mismos, para que sean las y los trabajadores y comunidades indígenas afectadas, con aportes de especialistas y científicos, quienes definan cómo proteger y utilizar los bienes comunes y el agua, en base a una planificación integral y racional, para satisfacerlas necesidades sociales de las mayorías en equilibrio con el ambiente.

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