Del Plan Colombia a Bukele: prontuario de Alejandra Monteoliva, la nueva funcionaria de Bullrich

La ministra inventora de causas truchas contra manifestantes echó al secretario de Seguridad, Vicente Ventura Barreiro, y lo denunció por corrupción. Lo reemplezará una “consultora” a la que presenta como “la persona adecuada para este tiempo histórico”. La cordobesa fue ministra de De la Sota, que la echó por su desmanejo de la Policía. Trabajó para el Plan Colombia, para el macrismo y para el totalitario presidente de El Salvador.

Este domingo por la tarde la ministra de Seguridad Patricia Bullrich agarró su celular y tuiteó un anuncio que pinta de cuerpo entero la impronta que quiere darle a estos tiempos de su gestión. Fue a poco de volver de El Salvador, donde se reunió con el represor Nayib Bukele y recorrió los centros de detención del país centroamericano, desde los que surgen permanentemente denuncias de violaciones a los derechos humanos.

Un día antes había usado la misma red social para confirmar que había expulsado del importante puesto que ahora ocupa Monteoliva a Vicente Ventura Barreiro. Y no sólo eso, sino que también lo había denunciado ante la Oficina Anticorrupción por haber descubierto (justo ella que no se caracteriza por descubrir nada) que el hombre intentó “interferir” en una licitación de alimentos para el Servicio Penitenciario Federal.

Algo parecido a lo que hizo Sandra Pettovello en el Ministerio de Capital Humano con su exmano derecha Pablo de la Torre. Recursos de último momento para “cortar” escándalos y evitar salpicaduras que pongan en riesgo los propios sillones ministeriales, sobre todo de dos funcionarias “estratégicas” para Javier Milei.

Según las indiscretas fuentes que filtran datos desde el propio entorno de Bullrich, la huída de Ventura Barreiro no se debería tanto a ese intento de beneficiar a amigos con el negocio de la comida para las cárceles federales, sino a la encarnizada interna del PRO, que enfrenta a la ministra con su exjefe Mauricio Macri.

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Sea como haya sido la partida del secretario de Seguridad, lo cierto es que ahora Bullrich parece sentirse mucho más a gusto teniendo como ladera a la cordobesa Monteoliva. De hecho la flamante funcionaria no tardó en mostrarse complacida con su jefa. Este mismo lunes por la mañana hizo declaraciones por Radio Continental que van en línea con lo que se pretende de ella en su nuevo paso por el Ministerio de “Seguridad”.

Al servicio del Plan Colombia

“Llevo 28 años en el tema y sé que estos lugares son complejos, difíciles”, dijo Monteoliva, al tiempo que consideró que, para “hacer frente a dinámicas delictivas cambiantes (…) la necesidad de estar siempre antes del delito es cada vez mayor y es cada vez más difícil frente a estas dinámicas de criminalidad que nos afectan de manera transnacional”. Puras generalidades.

Sobre su experiencia, Monteoliva recordó que arrancó profesionalmente “a los 25 años en la Colombia de mitad de los 90, en un momento muy crítico”. Afincada en Medellín, fue parte del nefasto “Plan Colombia”, diseñado por las agencias estadounidenses como la CIA y la DEA, que con la excusa de combatir al narcotráfico terminaron regando de sangre la tierra cafetera, con miles y miles de campesinos, sindicalistas, obreros y jóvenes asesinados por las fuerzas policiales, militares y paraestatales.

Un “plan” que, claramente, lo que menos hizo fue terminar con el multimillonario negocio ilegal de la producción y venta de drogas.

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Monteoliva se autopercibe discípula del general Oscar Naranjo Trujillo, jefe de la Policía Nacional de Colombia en tiempos del ultraderechista Manuel Uribe. También fue fugaz vicepresidente de Juan Manuel Santos entre 2017 y 2018 y un colaborador directo de Estados Unidos a través de la International Drug Enforcement Association, una especie de filial multinacional de la DEA.

El retirado general Naranjo Trujillo es un personaje de doble cara: “prestigioso” por participar de operaciones contra capos narco como Pablo Escobar, fue bautizado como “el general de la muerte” por organizaciones humanitarias y familiares de víctimas de las bandas paramilitares que proliferaron durante el uribismo. Y se lo sindica como organizador de la invasión militar a Ecuador en 2008, cuando fuerzas colombianas atacaron en la región de Sucumbíos a un grupo de personas acusadas de integrar las FARC. El saldo fue de varios muertos, entre ellos cuatro estudiantes mexicanos.

Acumulando fracasos

Años después Monteoliva fue funcionaria de la Gobernación de Córdoba. Nada menos que ministra de Seguridad, a las órdenes del peronista José Manuel de la Sota. Su gestión no fue para nada “exitosa”, si se podría decir de esa manera. En 2013 el gobernador la terminó echando por no poder manejar a la Policía provincial, que en el marco de un conflicto “nacional” se autoacuarteló mientras “liberaba” zonas para que se multiplicaran saqueos y demás hechos de violencia. La crisis fue de tal magnitud que De la Sota debió cambiar a gran parte de su gabinete y a la totalidad de la cúpula policial.

Tras el triunfo de Mauricio Macri sobre Daniel Scioli, en 2015 Monteoliva se sumó a las filas de Cambiemos, que en Córdoba había logrado un caudal de votos crucial para llegar a la Casa Rosada. Enseguida se puso a las órdenes de Bullrich, quien la conchabó primero como directora nacional de Gestión de Información Criminal y luego como directora nacional de Operaciones de Fuerzas Federales de la Nación. Allí estuvo hasta el final del gobierno amarillento.

Sobre aquella gestión alcanza con decir que comparte con Bullrich todo lo hecho. Al igual que lo sucedido en gobiernos anteriores y posteriores, la supuesta “guerra contra el narcotráfico” de Cambiemos fue un fracaso. Pero sí fueron “exitosas” sus represiones a la población. Algunas con saldos trágicos, como la desaparición y muerte de Santiago Maldonado y el crimen de Rafael Nahuel, ambos hechos a manos de las fuerzas federales “coordinadas” por Monteoliva.

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Para no hablar del “crimen organizado” de conjunto, que nunca dejó de contar con la inestimable complicidad de funcionarios de todo calibre, participación directa de las fuerzas represivas y encubrimiento deliberado del Poder Judicial.

Modelo Bukele

Luego Monteoliva se dedicó a la “consultoría” en temas securitarios. Y así llegó a trabajar para el gobierno salvadoreño de Nayib Bukele, quien desde 2019 protagoniza una de las presidencias más cuestionadas de América Latina en cuanto a violación de derechos humanos y persecusión a las libertades democráticas. Y a la que admiran y quieren emular Milei y Bullrich.

Hasta el momento Monteoliva no dijo sobre qué “asesoró” al gobierno de El Salvador. Pero alcanza con ver lo que representa ese gobierno en temas de “seguridad” para tener una idea aproximada. Pese a su pasado en la guerrilla del FMLN, Bukele llegó a la Presidencia como un “outsider” y “anticasta” (¿te suena) a través de la ultraderechista Gran Alianza Nacional. Como “instrumento de Dios” que se considera, el mandatario no duda en aplicar la mano dura y la represión contra quienes considera “representantes del mal”.

En 2020 Bukele “tomó” el Parlamento, queriendo demostrar su fuerza para que los legisladores de la oposición aceptaran votar las leyes que las fuerzas del cielo necesitaban para enderezar el país. Un año después, habiendo obtenido la mayoría parlamentaria en las elecciones de medio término, aprovechó para destituir a todos los jueces del Tribunal Constitucional de la Corte Suprema. Y con apoyo de las Fuerzas Armadas comenzó un proceso de creciente autoritarismo, todo camuflado de “guerra contra las pandillas”.

Del estado de excepción impuesto por Bukele no se salvan ni periodistas y medios que divulguen mensajes a los que el Gobierno considere apologistas de las pandillas, ni “grafiteros” o manifestantes políticos y sociales. El año pasado el sitio Faro.net denunció que “el régimen de excepción como medio de solución a los grandes problemas sociales está lejos de ser el ideal, es una sombra muy oscura que, en su avance, ha cometido graves violaciones a los derechos humanos”.

Esos “éxitos” de Bukele son los que admiran Milei y Bullrich. Y sobre los que asesoró Monteoliva, la nueva secretaria de Seguridad de la Nación.

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La cordobesa se presenta a sí misma como “especialista en Seguridad, gestión de datos e información y análisis delictual”. Pero su formación profesional es en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales (Universidad Católica de Córdoba) y Planificación y Gestión del Desarrollo (Universidad de Los Andes de Colombia). En tiempos del Plan Colombia llegó a dirigir en la Pontificia Universidad Javeriana de aquel país la carrera de Ciencia Política y la especialización en Gobierno y Gestión Pública. Con pocos pergaminos a la vista, de todos modos fundó la Fundación Observatorio de Seguridad Ciudadana.

Siempre bien vinculada al poder, tanto a nivel nacional como latinoamericano, Monteoliva llegó a ser consultora del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Y hasta mayo de este año asesoró a varios gobiernos latinoamericanos desde la Oficina Regional Infosegura del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Seguramente el mes pasado dejó esa tarea sabiendo que Bullrich quería sacarse de encima a Ventura Barreiro.

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Lo que aparentemente Monteoliva no dejó es su cargo de asesora en la Secretaría de Seguridad de la Municipalidad de Vicente Lopez. Allí llegó en 2020 de la mano del entonces intendente Jorge Macri (hoy jefe de Gobierno Porteño) y continúa trabajando para la actual intendenta Soledad Martínez.

En su tuit de presentación, Bullrich dijo sobre Monteoliva que “se suma a continuar la lucha contra el narcoterrorismo, las organizaciones criminales y asegurar el imperio de la ley y el orden”. Y agregó que “Alejandra es la persona adecuada para este tiempo histórico de cambio de paradigma en seguridad que nos toca enfrentar”. A la luz de lo hecho en estos hiperrepresivos seis meses de gobierno de La Libertad Avanza, no hace falta ser muy pillo para entender de qué “paradigma” nos hablan.

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