Cristina insistió con sus recetas fracasadas para la deuda: “Necesitamos acuerdos básicos entre los principales partidos”

En una extensa entrevista la dos veces presidenta y ex vicepresidenta reivindicó sin más la gestión de sus gobiernos, enfatizando su vocación de pagadores seriales de una deuda externa ilegal, ilegítima y fraudulenta. Viejas recetas para un mundo diferente y que terminaron arrastrando a esta encerrona de miseria y endeudamiento y al crecimiento de la ultraderecha que hoy gobierna.

Entrevistada por Pedro Rosemblat en Gelatina, con la excusa de los 50 años de la muerte del general Juan Domingo Perón, Cristina Kirchner abundó en un discurso con gusto a viejo y pocas propuestas para la situación actual que atraviesa el país.

Entre momentos de reflexión sobre la historia del peronismo y la del país, la ex presidenta dio definiciones ligadas a la actualidad. Allí, lejos de plantear alguna alternativa clara ante la crítica situación social y económica, insistió nuevamente en su idea de “acuerdos básicos entre los principales partidos”, idea que repitió durante la larga campaña electoral de 2023. En esa sintonía, también reivindicó lo actuado durante sus dos mandatos al frente del poder ejecutivo y festejó que “no hablamos de no pagar. Que nos vengan a decir que no queremos pagar la deuda, no, nosotros somos los que más pagamos de todos los que están acá, los únicos que pagamos (la deuda) fuimos nosotros”. Recordemos que en diversas oportunidades la ex vicepresidenta había afirmado que sus gobiernos fueron “pagadores seriales”.

Se trata, como se ha denunciado extensamente, de una deuda ilegítima, ilegal y fraudulenta que, luego de haberla denunciado, los gobiernos peronistas terminaron convalidando y legitimando en nuevos acuerdos y pagos con el Fondo. Esa receta, de “pagar hasta que duela”, no sólo no libró al país del endeudamiento, sino que trajo como correlato un espiral de atraso, dependencia y pobreza estructural de la que Cristina parece no enterarse ni hacerse responsable luego de 17 años en los que fue gobierno. Lejos de autocriticarse para pensar la llegada de la derecha libertaria al poder y el fracaso de la experiencia del Frente de Todos, Cristina insiste en recetas que ya fracasaron, incluso en un contexto mucho más favorable, con altos precios en las commodities y una situación internacional mucho más estable, que lejos está de volver a repetirse. Mientras criticó el RIGI porque da vía libre a la fuga de capitales, su planteo insiste en la vieja y fracasada receta de juntar dólares para pagar la deuda, mientras el país suma miles de nuevos pobres y desocupados. Cristina plantea “el capital debe ver a los políticos unidos en una única propuesta, sino es muy fácil para ellos”, pagar y negociar, como si en esto consistiera una posición soberana.

Cristina fue categórica al reconocer que “el peronismo nunca combatió al capital” y repetir que “no somos anticapitalistas, admitiendo de esta forma sus límites estructurales: sin enfrentar a los dueños del país – y los únicos beneficiarios en el crecimiento exponencial de la desigualdad – es imposible pensar en una salida que de respuesta a los grandes problemas estructurales que atraviesa la Argentina. También, la incapacidad de pensar hoy un proyecto alternativo para romper con el círculo vicioso de atraso y dependencia que cada crisis va profundizando.

Con bastante énfasis, la referente del peronismo criticó que “no hay fondos para las fuerzas armadas” y planteó la necesidad de “unas fuerzas armadas bien equipadas” y las llamó a repensar su rol asegurando que “las armas que tenes como militar son armas que te da el pueblo para que lo defiendas”. En momentos de avanzada represiva de la mano de Patricia Bullrich y bajo un gobierno negacionista del genocidio de la última dictadura la postura resulta especialmente desafortunada y parte del intento reconciliador que el peronismo y el kirchnerismo intentaron en sus gobiernos. El problema es que, lejos de la postulación de Cristina, la función social e histórica de esas fuerzas armadas a sido la de defender los intereses de las clases dominantes. Ese y no otro fue el fin político y económico de la última dictadura militar.

La Presidenta abundó en definiciones históricas, como cuando afirmó que “el 55´ es el inicio de la violencia política en la Argentina”. Una frase sin sustento que niega no solo la represión a las luchas obreras como las de la Patagonia Rebelde o la Semana Trágica, sino incluso la que existió entre unitarios y federales, por mencionar algunos ejemplos. En el plano de los balances históricos planteó sobre Isabel Perón que ““No estaba capacitada para el lugar que le dio en la fórmula, pero estuvo presa, se la bancó. Siempre, cuando uno se aleja de los hechos, tiene una perspectiva”. Una definición benevolente para quién gobernó con la sangrienta represión parapolicial de la Triple A y aplicó el fenomenal plan de ajuste recordado como rodrigazo.

“El peronismo ha sufrido y sigue sufriendo proscripción” planteó también Cristina alrededor de la intervención del poder judicial y las causas en su contra. La izquierda condena la utilización política de estas causas (así como el intento de asesinato sufrido por la ex presidenta). Se trata del mismo poder judicial que hoy, envalentonado de la mano del gobierno de Mieli viene intentando avanzar en una ofensiva contra las libertades democráticas mas elementales como el derecho a manifestarse libremente, como se ve en la prisión preventiva sobre 5 manifestantes que participaron de la movilización contra la ley Bases.

De conjunto, una entrevista que vuelve a evidenciar la profunda crisis del peronismo, envuelto en una larga interna que se sigue profundizando. Sin proyecto alternativo a la vista y con una fuerza política donde brotan los traidores, como se evidencia en los diputados y senadores que se “dieron vuelta” para terminar apoyando total o parcialmente la ley Bases y el paquete fiscal.

Enfrentar el conjunto del plan derechista del Gobierno de Milei es una tarea de primer orden, incluyendo la pelea por el desconocimiento soberano de la maldita deuda externa que todos los gobiernos refrendaron, para terminar con las cadenas de atraso y dependencia que conlleva. El Frente de Izquierda viene apostando en ese camino a la organización de los trabajadores y los sectores populares para pelear por una salida favorable a los intereses de las grandes mayorías.

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